Hasta los güebos
Miércoles, 17 de Octubre. Salgo de casa a eso de las 7:15 para hacer mi camino diario Mataró-Gavà. Por la noche ha llovido, y ahora caen 4 gotas: malo, la gente se pondrá nerviosa y cogerá el coche más de la habitual, así que en la Ronda habrá más pollo de lo habitual.
Un par de kilómetros después del peaje de Vilassar (ese peaje que pagamos para poder hacer uso de una carretera por la que circular "rápido", léase autopista) todos parados. Unos pocos metros después (muchos minutos después, no sé si es esto lo de la expansión del Universo) están los paneles informativos que predicen el tiempo que hay hasta llegar a una u otra Ronda.
Desde ese punto hasta por ejemplo la Ronda de Dalt (mi elección habitual, o mejor dicho, mi resignación habitual), se tarda, sin tráfico 6 minutos. Con el atasco "normal" de cada día suele poner 8-10 minutos, lo que suele ser bastante acertado. Cuando pone más de 10 minutos, la información deja de ser fiable. Por encima de 15, se suele tardar más del doble de lo que ponga. Lo que me encuentro es:
Esto significa que lo más posible es que tarde cerca de una hora en hacer los 10 km escasos hasta la Ronda de Dalt (eso si no paso el resto de la mañana en los túneles de Santa Coloma).
"Poco" después (los kilómetros que ayer se hacían en 5 minutos hoy se hacen en 15: los kilómetros son cada vez más largos; definitivamente la constante expansión del universo es una realidad): son más de las 8 y estoy parado en la salida de Montigalà. Pensar en lo que me espera hasta la Ronda, y luego el colapso que seguro me encontraré al querer atravesar la Ronda de principio a fin me hacen plantear el bien, el mal y la existencia de Dios. Calculo que hasta las 10 o las 11 no llegaré al trabajo (sin exagerar, que no sería la primera vez...). Es mi última oportunidad (después de la salida del Ikea tendré que llegar hasta la Ronda), así que llamo a mi jefe para contarle la situación y pedirle que, si no hay nada urgente para hoy, me deje coger el día libre. Mi jefe, que es de los que ya no quedan, me dice que no hay problema. Así que salgo de esa caravana de la muerte (muerte mental o moral como mínimo) y me vuelvo para casa. Sí, pierdo un día de vacaciones, pero mi salud mental (y mi culo) me agradecerán no haberme pasado las próximas horas en un coche.
Y esto me hace pensar en que estos nuestros governantes ¿no deberían pensar en alternativas, soluciones...? Porque a la larga, entiendo que cada vez hay más coches. ¿Qué pasará? ¿No será que alguien no esta haciendo bien su trabajo?
En fin, que me quería desahogar...