El sábado asistí a mi segundo concierto de la banda de rock progresivo
Dream Theater. Tuvo lugar en un repleto Sant Jordi Club. Dentro (tras la enorme cola y los vendedores ambulantes de camisetas, cervezabier, empanadas…. (empanadas!) conseguí situarme a unos 10-15 metros del escenario. Había un telón que ocultaba completamente el escenario, pero acerté de pleno a quedar justo delante de donde se situaría John Petrucci.
Sobre el telón proyectaban estrellas, constelaciones… hasta que tras 45 minutos, la proyección cambió a animaciones de las artísticas
portadas de los discos de la banda, cambiando de una a otra como si de una película surrealista se tratase. Al llegar al último disco, razón de la gira, el telón cayó de repente y pudimos ver a la banda, que en ese momento empezó a tocar. Todo esto último me pareció un recurso relativamente sencillo y altamente efectivo: la gente atenta al telón por la proyección, la súbita caída del mismo para mostrar a la banda en el instante en que empieza la música… un buen subidón de emoción.
El concierto, presentación de disco homónimo de la banda, fue espectacular. Mucha contundencia musical, como es de esperar de un grupo así, y a la vez mucha melodía. Y virtuosismo instrumental, por supuesto. Pero, así como el concierto anterior (presentación de Train of Thought en 2004) me pareció a ratos una muestra de “mira cuántas notas por segundo podemos tocar”, como si los temas fueran la excusa para la demostración del virtuosismo, en éste el virtuosismo me pareció el medio para presentar la música (como debe ser). Velocidad, al servicio del tema y no al revés.
Petrucci, Myung, Rudess y Mangini (batería que sustituye al gran Portnoy) tocaron con la precisión de un neurocirujano, dando mucho espectáculo. Mientras que LaBrie, con cierta tripita, conserva su voz y estilo. Me gustó especialmente la puesta en escena, la decoración (a modo de “paredes” con graffitis y una gran pantalla elevada al fondo del escenario) y la iluminación. En la pantalla se veían trozos de videoclips, animaciones o imágenes del propio concierto de las cámaras situadas en el escenario o de los operadores de cámara. Con todo ello fue un espectáculo visual tremendo pero sin dejar de ser elegante, sin excesos, dejando que la música fuera lo que resaltara ante todo.
Sobre la música, decir que no había oído el último disco, con lo que no conocía muchos de los temas, pero me “entró” bien. Los éxitos rescatados de anteriores álbumes y por supuesto los bises, 3 temas del absolutamente espectacular del“Metropolis PTII: Scenes from a Memory” fueron muy bien acogidos (tanto por mí como por el entregado público).
Y acabo con un par de curiosidades:
Primero mencionar que el teclista, Jordan Rudess, tenía el teclado descansando sobre un soporte giratorio para poder tocar de cara a la banda o al público. Esto ya lo vi en el concierto anterior, pero esta vez el soporte además se inclinaba lateralmente, permitiendo tocar con el teclado inclinado 30 o 40º y así poder mostrar el rápido movimiento de dedos.
Segundo, que el concierto fue de casi 3 horas y a la mitad hicieron un intermedio. Durante esos 15 minutos de receso pusieron en la pantalla un mix de YouTube de videos de gente haciendo humor sobre ellos, tocando… una manera de hacer pasar esa espera de manera divertida y entretenida. Aquí podéis ver
una muestra.
Tremendos, Dream Theater. Un gran concierto!